viernes, 26 de febrero de 2010

¿A Quién Escoge Dios?

“Entonces le respondió (Gedeón): Ah, señor mío, ¿con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre.” Jueces 6:15

“El Señor no siempre elige para su obra a hombres de los mayores talentos, sino que escoge a los que puede usar mejor… “ (Elena de White. ST, 23-6-1881)

Estimado pastor amigo mío:

Necesitamos aprender mucho en la escuela del Señor Jesucristo; aquellas clases que no nos enseñaron nuestros profesores, ni formaban parte del sílabo de las materias del seminario. Son lecciones vitales para llevar adelante con éxito la tarea ministerial. La primera enseñanza que plantea el texto anterior es la gran verdad que no son nuestros grandes talentos los que nos ganan el favor de Dios para llegar a ser instrumentos poderosos en sus manos, sino la debilidad de nuestra voluntaria entrega lo que le permite al Señor usarnos sin ningún tipo de limitación.
¡Oh, amigos, ¿Cómo no aprender este secreto todos los días? Dios escogerá a los que puedan ser moldeados como el barro del alfarero (Jeremías 18:1-4). A los que permitan la sencilla guiatura de su Espíritu Santo. ¿Sabes lo que significa ser usado por Dios? Esta expresión me hace recordar una idea de Max Lucado en su libro Acércate Sediento, que dice que tu y yo somos “el guante de Dios”. Dando a entender que el Señor puede meter su mano en su guante y usarnos como quiera. Trataré de reproducir esta parábola moderna para ilustrar esta profunda enseñanza.
Imagínate que vienes de regreso de la tienda deportiva. Compraste el guante que querías! Quitas la cubierta de plástico e introduces la mano en el abrigador material de tu guante, solo para quedar paralizado a medio camino. Un momento, ¡no puedes introducir sus dedos en las cavidades del guante! Las cinco entradas están firmemente cosidas. ¿Defecto de fábrica? ¿Una mala broma de la tienda? ¿Quién sabe? Una cosa es cierta: Tus dedos no caben en el guante. Tu puño sí, pero no tu mano extendida.

No es problema, dices para tus adentros, me las arreglaré como pueda. Entonces introduces tu puño en la palma del guante con tus dedos doblados mientras los dedos del guante quedan colgando. ¿Has intentado alguna vez levantar un periódico con los dedos doblados dentro de un guante? No es fácil. Tampoco lo es amarrarse los zapatos. Las manos se sienten como cascos de caballos. Si saludas a alguien de lejos, pensará que es alguna clase de burla o insulto. Ni pensar en agarrar un lápiz o marcar un número telefónico. La tela flácida no tiene agarre ni consistencia.
Uno quiere tener dedos extendidos y fuertes. Hay hojas secas que recoger en el patio, la mano de un vecino que saludar. Hay muchas cosas que hacer.
Eso mismo puede decirse de Dios. Los hombres necesitan ser abrazados. Los niños ser levantados de sus caídas. Los enfermos requieren de esperanza. Los jóvenes necesitan ser guiados. Dios tiene trabajo que hacer y para hacerlo Él nos usa a nuestros como sus manos.
La mano es al guante lo que es Espíritu Santo al pastor. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.(Apocalipsis 3:20)

Sea nuestra oración: Dios ven y entra a nosotros. Ven imperceptiblemente o irrumpe con poder sin previo aviso. Como sea Señor, pero ven y úsanos. Elígenos, escógenos a nosotros. Estamos totalmente convencidos de nuestra incapacidad y urgidos de tu dirección. Dios mete tus dedos en nuestra vida, centímetro a centímetro y reclama el territorio que a ti te pertenece por derecho. Amén!

Tu amigo y servidor

Pr. Osmar González
En la hora del Avivamiento
Asociacion Venezolana Centro Sur