Mi mente ha estado muy
intranquila estas últimas semanas al evaluar y repensar sobre la labor
primordial del pastor en estos tiempos tan agitados y exigentes. Al parecer
necesitamos hacer un alto y reestudiar bíblicamente tan vital asunto y aplicar
urgentemente los cambios necesarios bajo la dirección del Espíritu Santo.
Estas tres secciones bíblicas
son como saetas envidas directo al corazón de un pastor de rebaño:
Hijo de hombre, profetiza contra
los pastores de Israel; profetiza, y di a los pastores: Así ha dicho Jehová el
Señor: ¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿No
apacientan los pastores a los rebaños?
Coméis la grosura, y os vestís
de la lana; la engordada degolláis, mas no apacentáis a las ovejas.
No fortalecisteis las débiles, ni curasteis la enferma; no vendasteis la perniquebrada, no volvisteis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida, sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia.
No fortalecisteis las débiles, ni curasteis la enferma; no vendasteis la perniquebrada, no volvisteis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida, sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia.
Y andan errantes por falta de
pastor, y son presa de todas las fieras del campo, y se han dispersado.
Anduvieron perdidas mis ovejas por todos los montes, y en todo collado alto; y en toda la faz de la tierra fueron esparcidas mis ovejas, y no hubo quien las buscase, ni quien preguntase por ellas.
Anduvieron perdidas mis ovejas por todos los montes, y en todo collado alto; y en toda la faz de la tierra fueron esparcidas mis ovejas, y no hubo quien las buscase, ni quien preguntase por ellas.
Por tanto, pastores, oíd palabra de Jehová: Vivo yo, ha dicho Jehová el Señor, que por cuanto mi rebaño fue para ser robado, y mis ovejas fueron para ser presa de todas las fieras del campo, sin pastor; ni mis pastores buscaron mis ovejas, sino que los pastores se apacentaron a sí mismos, y no apacentaron mis ovejas; por tanto, oh pastores, oíd palabra de Jehová.
Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo estoy contra los pastores; y demandaré mis ovejas de su mano, y les haré dejar de apacentar las ovejas; ni los pastores se apacentarán más a sí mismos, pues yo libraré mis ovejas de sus bocas, y no les serán más por comida.
Porque así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo, yo mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré. – Ezequiel 34:1-11
Y me dijo Jehová: Toma aún los
aperos de un pastor insensato; porque he
aquí, yo levanto en la tierra a un pastor que no visitará las perdidas, ni
buscará la pequeña, ni curará la perniquebrada, ni llevará la cansada a
cuestas, sino que comerá la carne de la gorda, y romperá sus pezuñas. ¡Ay
del pastor inútil que abandona el ganado! – Zacarías
11:15-17
Yo soy el buen pastor; el buen
pastor su vida da por las ovejas. Mas el
asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir
al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa.
Así que el asalariado huye, porque es
asalariado, y no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco mis
ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me conoce, y yo conozco al
Padre; y pongo mi vida por las ovejas. También
tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y
oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor. – Juan
10:11-16
Hace unos días atrás, en esa
búsqueda de orientación, encontré un interesante artículo escrito por el jubilado pastor Iván Omaña y
publicado en la revista Avanzad de
enero – marzo 2012 en su página 24 bajo el titulo: Un ministerio con la visión del siglo XXI. Comparto con ustedes un
extracto del mismo:
Pablo estaba claro en su misión
y su llamado. Fue ordenado por Dios como ministro en un tiempo difícil, muy
parecido al que estamos viviendo. Leemos Hechos 26:15-18: “Yo entonces dije: ¿Quién eres Señor? Y el Señor dijo: Yo soy Jesús,
a quien tú persigues. Pero levántate y ponte sobre tus pies, porque para
esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas
que has visto y de aquellas en que me apareceré a ti, librándote de tu pueblo y
de los gentiles, a quienes ahora te envío para que abras sus ojos, para
que se conviertan de las tinieblas a la luz y de la potestad de
Satanás a Dios; para que reciban, por
la fe que es en mi, perdón de pecados y herencia entre los santificados.”
Este mundo necesita hombres que
estén dispuestos a ministrar como lo hizo al apóstol Pablo y Jesús mismo. El
futuro de la iglesia radica en la atención que la pongamos a nuestras ovejas.
Se necesita pastoreo verdadero. La iglesia y sus miembros se quejan de que los
pastores de ahora no visitan. Supuestamente están ocupados en asuntos más
administrativos. Ahora ¿Cómo podemos predicar si no entendemos cuales son las
necesidades de la iglesia? Tenemos que ir a todos por igual, debemos visitas a
los niños, los jóvenes, los adultos, los enfermos, los desanimados, los que han
perdidos la fe.
La siguiente cita de Elena de White nos ayuda a entender la
misión de un pastor como lo fue Jesús: “El
Salvador iba de casa en casa sanando a
los enfermos, confortando a los
enlutados, consolando a los
afligidos, hablando paz a los
desconsolados. Tomando a los niños en sus brazos y los bendecía, y hablaba palabras
de esperanza y consuelo a las cansadas madres. Con incansable ternura y
cortesía, trataba toda forma de aflicción y dolor humanos. No trabajaba para sí
sino para otros. Era siervo de todos. Era su comida y bebida infundir esperanza
y fuerza a todos aquellos con quienes se relacionaba. Mientras los hombres y
las mujeres escuchaban las verdades que caían de sus labios, tan distintas de
las tradiciones y dogmas enseñados por los rabinos, brotaba la esperanza en sus
corazones con un poder convincente. Los
ministros de Dios han de aprender el método de trabajo que seguía Cristo,
para que puedan extraer del depósito de su palabra lo que supla las necesidades
espirituales de aquellos con quienes trabajan. Sólo así pueden cumplir su
cometido (HAp, 293).
La declaración del apóstol Pedro
es concluyente: “Apacentad la grey de
Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino
voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como
teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de
la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de los Pastores, vosotros recibiréis la
corona incorruptible de gloria” (1 Pedro 5: 2-4).
Colega pastor, al reiniciar las
actividades de este nuevo año reflexionemos profundamente en nuestra labor
ministerial. Debemos hacer los correctivos en nuestros programas de trabajo
para darle atención privilegiada a cada oveja miembro de iglesia. Sea nuestro
programa de visitación la prioridad en el año del laico adventista.
Cordialmente,
Pr
Osmar González B.