jueves, 20 de mayo de 2010

De qué está hecho un líder


Mis pastores líderes,

Quiero compartir con ustedes otro tópico del liderazgo cristiano. Este lo tomé del libro Liderazgo con propósito de Rick Warren.
El carácter como fundamento del liderazgo
Si quieres ser un buen líder, necesitas desarrollar un mensaje digno de ser recordado, llevar un estilo de vida digno de ser considerado y tener una fe digna de ser imitada.
Es probable que hayas visto un buen número de líderes con mucho carisma, cuyos ministerios no han durado gran cosa... porque han carecido de carácter. De hecho, algunos de ellos han tenido grandes defectos de carácter. Su encanto personal los ha sostenido durante un tiempo, pero al final se ha manifestado su falta de carácter.
El fundamento del liderazgo no es el carisma personal, sino el carácter. El carisma no tiene nada que ver con lo que hace que un líder sea eficaz. El liderazgo no tiene que ver con la posición de una personalidad encantadora y llamativa, una gran sonrisa o una voz de terciopelo.
Lo que sí necesitas es carácter y credibilidad. El liderazgo es influencia, y sin credibilidad, su influencia no irá muy lejos.
Tal vez la gente te siga por un tiempo, pero no pasará mucho antes que se den cuenta de que vas por un camino que no lleva a ninguna parte.

Reputación es lo que la gente dice que eres. Carácter es lo que realmente eres.

D. L. Moody decía: “El carácter es lo que somos en medio de la oscuridad, cuando nadie nos mira”. En su carta a Timoteo Pablo presenta las características necesarias para el líder en la iglesia. Ni una sola vez menciona que se necesiten estudios de seminario. El liderazgo no se basa en lo académico. Es cuestión de carácter; es cuestión de quién eres.

No hay un tipo de personalidad concreto para los líderes. Tal vez hayas oído decir en el pasado que los líderes son personas de temperamento colérico o que son personas que se hacen cargo de las situaciones. Pero hay líderes de todas las formas, de todos los tamaños y de todos los temperamentos. Dios quiere usar tu personalidad, tal como Él mismo la creó.
Observa los cuatro temperamentos distintivos de los líderes, que vemos en la Biblia: Pablo era colérico. Pedro era sanguíneo. Moisés era melancólico. Abraham era flemático.
Cada uno de ellos era único y totalmente distinto a los demás. Y Dios los usó a todos. El liderazgo no es cuestión de personalidad.
No es necesario que seas extrovertido, sanguíneo o colérico para ser líder. Lo que sí se necesita para el liderazgo es carácter. Es la única cosa que tienen en común todos los grandes líderes. Cuando una persona carente de carácter llega a un puesto de liderazgo, esos defectos de carácter causan su caída. Todos lo hemos visto pasar.

A base de examinar las acciones y los ejemplos de otros líderes, podemos aprender de ellos. Sin embargo, no podemos imitar la personalidad de otro. Dios nos creó con una forma única. Cuando tratamos de imitar a alguien, nos consumimos.

Así como las personas son distintas, también lo son los líderes. Su rasgo común está formado por la credibilidad y el carácter.

El siguiente pasaje nos señala tres características de los buenos líderes:

Tienen un mensaje digno de recordar
“Recordad a vuestros guías, los que os comunicaron la palabra de Dios. Considerad atentamente cuáles hayan sido los resultados de su conducta hasta su muerte, e imitad su fe” (Hebreos 13:7). Cuando ellos hablan, la gente los escucha. ¿Hablas de tal manera que dejas huellas en el corazón de las personas?
Tienen un estilo de vida digno de considerar
“Considerad atentamente cuáles hayan sido los resultados de su conducta.” ¿Está de acuerdo la vida de ellos con su mensaje? ¿Y la tuya? ¿Vives de una manera que quieres que los demás estimen?
Tienen una fe digna de imitar

“Imitad su fe.” ¿Cuál es el mensaje de tu vida? ¿Qué le quiere decir Dios al mundo por medio de ti? Si quieres ser un buen líder, necesitas desarrollar un mensaje digno de ser recordado, llevar un estilo de vida digno de ser considerado y tener una fe digna de ser imitada. Todas estas cosas pertenecen al carácter.
¡Y pensar que es lo único que presentaremos al Señor!

Con todo aprecio,



Pr. Osmar González
En la hora del Avivamiento
Asociación Venezolana Centro Sur

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